jueves, 18 de diciembre de 2008

Al otro lado del río



Ahora, en las vísperas de Navidad, mientras añoramos y esperamos (a partes iguales), mientras las ausencias se hacen presentes, las rencillas se bañan en azúcar glaseado y repasamos la lista de deseos no colmados...; mientras en los centros comerciales fusilan nuestra sensibilidad con insufribles y horrorosas versiones de villancicos, castizos y anglófilos (a partes iguales), vuelvo a poner pies en polvorosa (que no en polvorones) y me refugio en mi mundo paralelo, al otro lado del río.

Recupero una de mis canciones favoritas para compartir con vosotr@s. Su estribillo se adhirió a mi pensamiento tiempo atrás, percutiendo en mi cabeza desde el interior una y otra vez: "Oigo una voz que me llama, casi un suspiro: rema..., rema..., rema..."

Por aquel entonces navegaba a la deriva, había dejado de importarme el rumbo que estaba tomando mi vida, abatida como estaba por las circunstancias que me rodeaban... Leer la poesía de Jodorowsky en semejante estado de melancolía no me ayudaba mucho, ciertamente...

Entonces, por casualidad (que es como suelen ocurrirme estas cosas), escuché a Drexler, llegué a sus orillas y quise saber más de él. Conocí del boicot de la Academia a su actuación en directo en la entrega de los Óscars (consiguió el premio a la mejor canción, como BSO de la brillante película argentina Diarios de motocicleta). Santana y Banderas se encargaron de versionar esta deliciosa canción... Mataron todo su encanto. O sea, que había triunfado una vez más el star system...

A lo que íbamos. Retomé de nuevo mi hábito de curiosear. Vi la película un par de veces y viajé desde los altiplanos a los desiertos, de Buenos Aires a la Patagonia... Compré el disco "Eco" (os lo recomiendo), y desgrané, una a una, todas las polisemias de sus magníficas letras. (He de traeros alguna más por aquí en el futuro). Después Miquel sacó sus imposibles acordes con la guitarra y las cantamos juntos. En fin, que me sentí de nuevo dispuesta a cruzar cualquier océano o depresión que se interpusieran en mi camino...

Tal vez fue algo de la puesta de sol,
o algún efecto secundario del té,
pero lo cierto es que la pena voló
y no importó ya ni siquiera porqué,
se va, se va, se fue…
(J. Drexler, Se va, se va, se fue...)

Para aquell@s a los que os deprimen estas fechas, cuando el estrés de lo cotidiano se remansa: es momento de un buen libro, músicas escogidas, una película interesante, un café con amigos... No dejéis de visitar vuestros lugares favoritos, reales o imaginarios, en cuerpo (si los actuales tiempos de crisis os lo permiten) o en alma...

El día le irá pudiendo
poco a poco al frío.
Creo que he visto una luz
al otro lado del río…